Desde el nacimiento de la vida humana, las personas se han dedicado a luchar contra los elementos de forma constante hasta la llegada de inventos como el aire acondicionado y la calefacción, que nos mantienen en condiciones controladas.
Nuestra relación con los ciclos de la naturaleza se ha ido reduciendo en las últimas décadas. A medida que ha aumentado la temperatura interior de las casas el ser humano ha ido reduciendo su exposición a temperaturas que causan estrés térmico.
El estrés térmico por frío es esa sensación de malestar que tenemos cuando nos exponemos a altas temperaturas. El organismo pone en marcha diferentes mecanismos (vasoconstricción sanguínea, disminución de la circulación periférica, auto-fatiga de las grasas almacenadas) para mantener la temperatura interior y evitar la hipotermia.
A simple vista parece que el estrés térmico es algo perjudicial y lo lógico sería evitarlo pero lo cierto es que exposiciones breves con bajas temperaturas trae beneficios para el cuerpo y la mente:
Beneficios del frío para la salud
QUEMARÁS MÁS CALORÍAS
La comodidad térmica nos hace gastar menos calorías. Según estudios, el aumento del tiempo que pasamos en el interior de casa, el acceso generalizado a la calefacción y el aire acondicionado y las mayores expectativas de confort térmico hacen que disminuya el tiempo que nuestros cuerpos pasan bajo estrés térmico leve, lo que significa que estamos quemando menos energía, lo que podría tener un impacto en el equilibrio energético y, en última instancia, tener un impacto en el peso corporal y la obesidad.
En el organismo hay dos tipos de grasa: la blanca (la más habitual) y la parda, que produce calor y quema calorías. El frío acelera el metabolismo mediante la activación de los restos de grasa parda que quedan en algunas partes del cuerpo de los adultos (por ejemplo, en la zona cervical y supraclavicular). Esta grasa parda tiene la propiedad de quemar energía.
MEJORA EL SISTEMA INMUNITARIO
Paradójicamente, el frío, uno de los factores relacionados con los resfriados y gripes, puede protegernos de estas dolencias. Esto es lo que se desprende de las investigaciones llevadas a cabo en la Escuela de Medicina de la Universidad Commomwealth de Virginia (EEUU), que demostraron que tomar una ducha fría al día incrementa el número de leucocitos en el organismo, activando el sistema inmune y, también, estimula el sistema nervioso simpático, aumentando los niveles de beta-endorfinas en la sangre, sustancias que tienen un efecto antidepresivo.
REGULA EL FUNCIONAMIENTO DE LAS HORMONAS
Las temperaturas ambientales bajas mejoran la secreción de la insulina, lo que supone un mejor control de la glucosa (y, por tanto, beneficia a las personas que padecen diabetes). El frío también afecta positivamente a la hormona del crecimiento (GH), la cual se activa por diversos estímulos, entre ellos el frío o el calor extremos, y como consecuencia de ello se activa a su vez la lipólisis (combustión de grasa por parte del organismo).
COMBATE LA INFLAMACIÓN Y EL DOLOR
Es un estupendo antiinflamatorio. De hecho, los deportistas suelen utilizar una aplicación de frío local para aliviar el dolor de un golpe o contusión y evitar que se inflame. Y es que los músculos, las articulaciones y el aparato locomotor también se benefician de la exposición al frío. Su efecto es inmediato, disminuyendo la sintomatología de las lesiones (dolor, hinchazón, calor, enrojecimiento), evitando la formación de hematomas y, también, aliviando las molestias características de algunas enfermedades (degenerativas articulares, etc.).
¿Cómo lo hago?
Cuando hablamos de beneficiarnos del estrés térmico con bajas temperaturas nos referimos a exposiciones controladas y progresivas. Cuando realizamos ejercicio, el cuerpo interpreta el estrés y daño muscular como una señal de que no está suficientemente preparado para el entorno, y genera una adaptación que le permita recibir futuros niveles de estrés similares.
Con el frío sucede lo mismo, por eso es importante realizar una exposición de manera progresiva. La adaptación al frío no se consigue un fin de semana de esquí. La adaptación requiere constancia, y eso quiere decir pasar frío a diario. Algunas técnicas que puedes ir utilizando son:
Déjate el abrigo
En alguna ocasión, cuando salgas a hacer un recado o a pasear, hazlo sin el abrigo. Una exposición al frío de 30 minutos te ayudará a una adaptación positiva.
Ducha fría
Cuando te duches, puedes poner el agua fría y permanecer debajo focalizando el agua en la zona del cuello y espalda durante 1-2 minutos, ya sea a mitad de la ducha o al final. Esto te ayudará a aumentar la concentración durante el día, activar la grasa parda y liberar hormonas que mejoran los síntomas de la depresión y ansiedad. Si no te atreves con el agua totalmente fría puedes realizar una ducha de 3 minutos con agua más caliente (20º).
Frío y deporte
Intenta entrenar con poca ropa, dependiendo del deporte o ejercicios que practiques. Si realizas ejercicios en casa, te aconsejamos a que los practiques fuera. Si tienes la suerte de poder nadar en el mar o en agua fría quemarás más calorías, ya que gran parte del gasto calórico se va en mantener la temperatura corporal bajo el agua.
Dale al OFF
Apaga tus aparatos calefactores o calefacción durante 1-2 horas de vez en cuando mientras realizas las tareas de casa. Además de ganar en salud, ahorrarás energía.
Como hemos visto, la comodidad térmica y el veloz ritmo de vida actual, a menudo nos hacen ignorar lo que sucede al otro lado de la ventana. Atender a los cambios del entorno nos permite adaptarnos mejor y lograr una mayor salud y bienestar, tanto físico como mental
One Comment on “Frío y Salud”
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