Desde hace ya algunas décadas la aplicación y mejora del rendimiento deportivo a través del uso de técnicas de entrenamiento basadas en imágenes mentales se ha ido instaurando en deportes como el baloncesto, la gimnasia rítmica, el golf y la natación, entre otros.
Este tipo de técnicas, cuyos beneficios tanto en el ámbito mental como físico se ha corroborado en diferentes estudios científicos, supone representar mentalmente un elemento concreto a través de imágenes (canal visual). Sin embargo, cuánto más detallada dicha representación, más eficaz será el entrenamiento; es decir, si las imágenes van acompañadas de elementos auditivos (canal auditivo) y elementos corporales (canal cinestésico) más parecida será la experimentación del deportista a la situación real (tanto de competición como de entrenamiento).
Cómo hacer efectiva la técnica
Sin embargo, aunque todo tipo de deportista puede beneficiarse de esta técnica y a priori parezca que siempre vaya a funcionar, es necesario destacar los requisitos necesarios para que resulte verdaderamente eficaz:
- Conocimiento Sensorial: condición sine qua non para obtener los efectos positivos de este tipo de entrenamiento. El deportista debe desarrollar capacidades de autoobservación tanto de las sensaciones como de los estados emocionales que surgen durante la práctica deportiva.
- Agilidad Imaginativa: supone la capacidad de poder representar, mentalmente, las escenas de manera nítida, claras y con todos los detalles posibles (incluyendo elementos de todos los canales sensoriales). Esta habilidad se puede entrenar, y por tanto perfeccionar, a través de diferentes ejercicios específicos.
- Capacidad de control de las imágenes: además de la calidad de las imágenes, es importante que el deportista pueda mantener dichas imágenes durante un período de tiempo significativo de manera estable, así como poder manipularlas y ajustarlas según el objetivo de interés.
- Dirección: característica que cambia a medida que mejora la capacidad del atleta. Al inicio, las imágenes mentales son experimentadas como elementos “externos”, es decir, la persona se ve a sí mismo como si se trata de una película, debido a la diferencia existente entre la ejecución actual del movimiento y la ejecución ideal. Sin embargo, cuando dicho movimiento es más preciso y se está consolidando y automatizando, la imagen mental se experimenta como un elemento “interno”, como un elemento más de la experiencia general.
Dedica tiempo
Además de estos elementos, una indicación importante que se debe tener en cuenta, y que es general al desarrollo de cualquier movimiento o actividad, es que el deportista debe dedicar un tiempo específico al desarrollo de las visualizaciones, que se deberían repetir sistemáticamente. Por otro lado, aunque es otra cuestión lógica, es más eficaz establecer una práctica en visualizaciones caracterizada por sesiones breves pero frecuentes, en lugar de períodos prolongados de tiempo, pero esporádicos.
Es más eficaz establecer una práctica en visualizaciones caracterizada por sesiones breves pero frecuentes que períodos prolongados de tiempo pero esporádicos.
Finalmente, se considera relevante destacar que ningún tipo de entrenamiento de carácter psicológico, ya sea en imágenes o de otra naturaleza, se mostrará eficaz y supondrá una diferencia en el rendimiento deportivo sino está correctamente integrado dentro del sistema de entrenamiento físico.
La integración de la mente y el cuerpo en el desarrollo y optimización de la práctica deportiva es un aspecto que a día de hoy está fuera de toda duda; pasa de la teoría a la práctica, y de lo ideal a la realidad.